3.27.2007

Mi eterno refugio

"Es en estos momentos.

Cuando las hojas envejecen y tornan amarillentas. Cuando el suelo se cubre de tan extraño abrigo. Las nubes no cesan en su constante viaje, hacia lo que más tarde me preguntaría. Claras como el agua nítida de un arrollo y oscuras como el más endiablado de los pensamientos.

El cielo se deja divisar entre los escasos espacios que las nubes no llegaron a cubrir. Cuando emigran cientos y miles de aves hacia un lugar donde la vista no alcanzaría. Esperando allí encontrar algún espacio donde poder reposar esas agotadas alas, gastadas por lluvias, nieves y vientos...


Qué hermoso me parece, divisándolo desde aquí. Mi eterno refugio. El que pronto abandonaré. Puedo reconocer cada uno de sus detalles con tanta nitidez que parezco poder acariciarlo. Pero no, solo se trata de una ilusión. Un sueño.

La otra tarde, mientras escuchaba como el agua caía sobre la tierra, el viento agitaba con fuerza las hojas amarillentas y las aves se refugiaban del frío en su cálido hogar, fue cuando, en cuestión de segundos y durante un momento, tuve la sensación de tenerte junto a mí. Acariciándome, besándome.

Me sentí contrariada. Fue como el sueño que nunca consigo recordar. Como todas las acogedoras tardes que transcurrieron junto a tí.

Me sentí feliz.

Te echo de menos y creo que a pesar de todo aún te quiero"


(Cartas desde el olvido).

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