3.26.2007

Los ojos del demonio

No lo recuerdo con mucha claridad. Era aún un crío. Ese día llegué del colegio tarde porque me había quedado jugando en la calle con los niños del barrio. Cuando entré en casa me estaba esperando una de esas broncas. Las de siempre. En un momento de subida de tono recuerdo oír las palabras "en esta casa hay unas normas, mientras estés bajo este techo vas a cumplirlas". Fue una discusión bastante chocante para un chaval de ocho años.

Recuerdo que salí corriendo hacia el ascensor. Fue mi primera escapada y realmente pensaba que no iba a volver. Luego, con el tiempo, comprendí que siempre llevaba esa sensación de "no voy a volver" y que realmente era algo pasajero.

Corrí calle abajo, atravesando el hospital, hasta llegar al parque. Desde ese momento todo era confusión. La gente corría asustada y había sangre en el suelo. Recuerdo un cachorro tirado e inmóvil como una marioneta rota. Recuerdo gente herida y recuerdo el pánico al ver al animal que lo había causado todo. Era un perro del tamaño de un pastor alemán, pero con el pelo largo y moteado como las hienas. Los pelos del lomo estaban erizados y corría por el parque dando dentelladas a los viandantes.

Fue un momento bastante corto. Yo estaba inmovilizado por el miedo y el perro se acercaba mordiendo todo lo que había a su paso. El miedo me invadió y deseé que mis padres estuvieran allí para ayudarme. Pero recordé que estaba solo. Me había escapado de casa y ya no debía depender de nadie. Por un instante me sentí tranquilo, en paz. Y miré a los ojos del demonio. En mi mente se repetía un mensaje. Algo así como "no me va a morder, no tiene por qué hacerlo".

El animal se quedó fijo por un segundo y saltó encima de mí. No sentí ningún miedo, de alguna forma sabía que no me atacaría. Empezó a lamerme. Yo estaba tumbado y no comprendía nada, solo sé que no tenía miedo. Aún se escuchaban los gritos cuando el perro siguió su camino por el parque. Lo siguiente que recuerdo es un disparo y al infeliz animal saltando como un resorte.

Fue la primera vez que recuerdo esa sensación de paz y resignación justo después del miedo.


(Historias que le conté al cabalista).

2 comentarios:

Daniel Estorach Martín dijo...

Hola, soy Arawna :)

Sólo te puedo decir una cosa: me ha gustado mucho.
En sério, sigue escribiendo. Por ahora hay poco para poder valorar pero lo que hay está bien escrito y es original. Además mantiene la intriga, no sé, te mantiene pegado a la pantalla. Y eso es muy bueno.
Si continúas no dudes de que seguiré leyéndote ;)
Cuando estés listo para que más gente lea tus escritos dímelo, pondré un link a tu blog en el mío :)

Un saludo,

Daniel End

jomi001 dijo...

muy buena entrada....:)